miércoles, 30 de septiembre de 2009
El viaje íntimo de la locura
Quiero contarte cosas que me pasan... (José Antonio Muñoz Rojas)
martes, 29 de septiembre de 2009
Poniéndome malo
Stardust
lunes, 28 de septiembre de 2009
Siempre en el momento incorrecto
El viernes me encaminaba a la estación de tren, medio feliz podría asegurar, cuando el móvil comenzó a sonar. No pude dar crédito cuando vi que eras tú... semanas sin saber nada de ti y volvías a aparecer en el momento más inoportuno, el momento en el que mis pies volvían a intentar poner tierra de por medio entre nosotros, momento en el que de nuevo intentaba olvidar tu aparición en mi vida. Siempre actúas de la mismas forma, es como si de alguna manera supieras que dejas de tenerme bajo tu control e intentas retomarlo.
Parece un juego macabro... me haces esperarte y no apareces, me haces renunciar a ti y apareces. ¿Por qué? ¿Por qué todo contigo parece tan complicado? ¿Como es posible que tengas esa capacidad para enredarlo todo? Me pregunto si realmente todo lo que has hecho y dicho en este tiempo es cierto o estas jugando de alguna manera conmigo, intentando conseguir algo que no alcanzo a comprender. Me estaría bien merecido, al fin y al cabo, es lo mismo que yo hago con otra persona, jugar a intentar ser algo que no soy o intentar sentir cosas que no siento.
Maldita trinidad en la que me he metido yo solito, no se muy bien como escapar de todo esto, al final todo acabará explotándome en la cara, me siento un completo inútil para manejar esta situación. Por una parte esta ella, el amor de mi vida, la persona con la que empece a construir mi vida y que me traiciono, pero a la que soy incapaz de olvidar; por otra estas tú, la chica misteriosa, la que me atrae de una manera que no soy capaz de explicar, pero que parece no hablar ni actuar claro nunca; y por último esa persona que apareció un buen día en mi vida y que demuestra ser sincera, que me ayuda a superar mis problemas, que siempre esta disponible para cuando necesito hablar y, sin embargo, no he encontrado aún el camino para poder querer.
Curiosa situación.
¿Por qué? Fase final
Todo lo demás fue un discurso muy bonito sobre las causas que nos habían llevado hasta ese momento y lo buenos amigos que podíamos llegar a ser. Me pediste mil veces perdón por haberme besado, por haber dado pie a que mis ilusiones renacieran, perdones que ya no me consolaron, el daño estaba hecho... otra vez más.
Mientras los días pasan mis situaciones se complican, no se muy bien a donde camino, me veo inmerso en mi particular trinidad, tres caminos, tres apuestas, pero sin la valentía necesaria para elegir alguno de ellos. En los últimos días veo como vuelves a dar señales de desanimo, solo espero que tus palabras y decisiones sean firmes, no me gustaría comprobar como dentro de un tiempo indeterminado vuelves a dinamitar mi existencia.
jueves, 24 de septiembre de 2009
La felicidad (Manuel Acuña)
Un cielo azul de estrellas
brillando en la inmensidad;
un pájaro enamorado
cantando en el florestal;
por ambiente los aromas
del jardín y el azahar;
junto a nosotros el agua
brotando del manantial
nuestros corazones cerca,
nuestros labios mucho más,
tú levantándote al cielo
y yo siguiéndote allá,
ese es el amor mi vida,
¡Esa es la felicidad!
Cruza con las mismas alas
los mundos de lo ideal;
apurar todos los goces,
y todo el bien apurar;
de lo sueños y la dicha
volver a la realidad,
despertando entre las flores
de un césped primaveral;
los dos mirándonos mucho,
los dos besándonos más,
ese es el amor, mi vida,
¡Esa es la felicidad!
Manuel Acuña
miércoles, 23 de septiembre de 2009
Contigo
Yo no quiero un amor civilizado,
con recibos y escena del sofá;
yo no quiero que viajes al pasado
y vuelvas del mercado
con ganas de llorar.
Yo no quiero vecínas con pucheros;
yo no quiero sembrar ni compartir;
yo no quiero catorce de febrero
ni cumpleaños feliz.
Yo no quiero cargar con tus maletas;
yo no quiero que elijas mi champú;
yo no quiero mudarme de planeta,
cortarme la coleta,
brindar a tu salud.
Yo no quiero domingos por la tarde;
yo no quiero columpio en el jardin;
lo que yo quiero, corazón cobarde,
es que mueras por mí.
Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren.
Yo no quiero juntar para mañana,
no me pidas llegar a fin de mes;
yo no quiero comerme una manzana
dos veces por semana
sin ganas de comer.
Yo no quiero calor de invernadero;
yo no quiero besar tu cicatriz;
yo no quiero París con aguacero
ni Venecia sin tí.
No me esperes a las doce en el juzgado;
no me digas "volvamos a empezar";
yo no quiero ni libre ni ocupado,
ni carne ni pecado,
ni orgullo ni piedad.
Yo no quiero saber por qué lo hiciste;
yo no quiero contigo ni sin ti;
lo que yo quiero, muchacha de ojos tristes,
es que mueras por mí.
Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren.
Perdido
Este fin de semana voy a verla, por desgracia somos de diferentes ciudades, una dificultad más que añadir a mi larga lista, cuando este allí, junto a ella, estaré bien, arropado por su amor, por su arresto, por su fuerza. El problema será al regresar, de nuevo un mar de dudas inundaran mi cabeza torturándome hasta la saciedad. Lo hacen porque yo permito que así sea, lo tengo asumido, pero a estas alturas de mi existencia no voy a poder cambiar ciertas costumbres.
Ella es buena conmigo, se preocupa por mis problemas, esta muy pendiente de mi, demostrándome continuamente sus sentimientos, intentando ayudarme en mis momentos bajos... sin embargo, ¿como llenar un corazón que se encuentra roto por culpa de otra mujer? Me noto con una gran incapacidad para amar, para poder mantener una relación normal, puede que todo sea producto del miedo a volver a fracasar, una especie de parálisis provocada por el trauma, pero también es posible que la herida que me dejo esa mujer sea eterna y que nunca pueda llegar a ser capaz de sentir igual que antes. ¿Deberé conformarme con esta incapacidad para amar? ¿Será algo temporal?
Mientras intento buscar respuesta a mis preguntas siento que estoy alimentando una relación en la que, a día de hoy, no creo con demasiada fe. Si continuo es por ella, por no herirla, y por las personas que me rodean, me animan a continuar, a dejar que sea el tiempo el que coloque cada pieza en su sitio. Espero que paso a paso pueda ir reconstruyendo esta existencia que hace ya seis meses se rompió en mil pedazos.
martes, 22 de septiembre de 2009
El anhelo
lunes, 21 de septiembre de 2009
¿Por qué? 3ª fase
Mi cara reflejaba una pequeña sonrisa, después de muchos meses de oscuridad parecía que un pequeño halo de luz brillaba tímidamente al final del camino. Una vez concluida la evacuación de líquidos volví a entrar en la habitación, pude ver como tus pequeños ojos se habían abierto, me tumbe a tu lado y te pedí un beso, te negaste, me miraste con indiferencia, te levantaste de la cama y saliste al patio. Todo estaba dicho, sin pronunciar ninguna palabra habías dejado clara la situación. Me quede allí tumbado, me sentí estúpido, rompí a llorar, el sueño volvía a desquebrajarse, desgarrando de nuevo mi herido corazón.
El resto de la mañana fue un mero trámite, yo ya no tenía la necesidad de disimular mi estado de ánimo, me fui a dar una vuelta por el pueblo, con mi música, tratando de aclarar mi mente, tratando de expulsar nuevamente la idea de que me quieras, de poder quererte, de volver a estar juntos. Aquellas calles desiertas provocaban un incómodo silencio, solo interrumpido por los pocos coches que circulaban por la carretera paralela a aquella calle, me hubiera gustado cruzarme con otras personas, ver en sus rostros algo de la felicidad que me faltaba a mi en aquél instante.
Cuando regrese ya era hora de comer, tocaba preparar unos bocadillos, nada del otro mundo, después de comer regresaríamos a Madrid. Me evitaste en todo momento, si me acercaba a ti encontrabas cualquier excusa para dirigirte a otro sitio, tu mirada huía de mi. El viaje de regreso fue una autentica tortura, sentada a mi lado, hablando con el móvil, intentando distraer tu atención con cualquier cosa que no fuera yo. Te pedí que al llegar a tu casa pudiéramos hablar un rato, te negaste, dijiste que teníamos que reflexionar sobre lo ocurrido, el infierno volvía a comenzar.
viernes, 18 de septiembre de 2009
Catorce vidas son dos gatos
Cuanto se gritó diciendo nada,
no pudimos ver con tanta luz.
Yo buscaba el cielo en tu mirada,
y nunca sabré lo que encontraste tu.Que te traigan flores las mañanas,
que no pases noches sin dormir,
que el sueño se pose en tus pestañas,
que uno de esos sueños que me suena a mi.Detrás del viento,
un huracán,
se fue formando en la cabeza,
cuanto te cansas de sufrir siempre me dejas.Mi corazón es de cristas,
no guarda nada que no veas,
solo un pequeño resplandor
de nuestra hoguera.Mi canción que nace del fracaso,
es solo una piel sobre la piel,
algo que se besa y sabe amargo,
es mi boca seca y nada que beber.Pobre corazón que no sabe que decir,
si te vas por lo que soy,
o por lo que nunca fui.Hay camino que hay que andar descalzo,
ya no te preocupes mas por mi,
siempre me entra arena en los zapatos,
esta vez me quedo aquí.Si te cabe el cielo en un abrazo,
siempre habrá una estrella para ti,
si catorce vidas son dos gatos,
aún queda mucho por vivir.Pobre corazón que no sabe que decir,
si te vas por lo que soy,
o por lo que nunca fui.Hay camino que hay que andar descalzo,
ya no te preocupes mas por mi,
siempre me entra arena en los zapatos,
esta vez me quedo aquí.Si te cabe el cielo en un abrazo,
siempre habrá una estrella para ti,
si catorce vidas son dos gatos,
aún queda mucho por vivir.
jueves, 17 de septiembre de 2009
El hombre en busca del sentido (Viktor Frankl)
Cuando todo se ha perdido.
Mientras marchábamos a trompicones durante kilómetros, resbalando en el hielo y apoyándonos continuamente el uno en el otro, no dijimos palabra, pero ambos lo sabíamos: cada uno pensaba en su mujer. De vez en cuando yo levantaba la vista al cielo y veía diluirse las estrellas al primer albor rosáceo de la mañana que comenzaba a mostrarse tras una oscura franja de nubes. Pero mi mente se aferraba a la imagen de mi mujer, a quien vislumbraba con extraña precisión. La oía contestarme, la veía sonriéndome con su mirada franca y cordial. Real o no, su mirada era más luminosa que el sol del amanecer. Un pensamiento me petrificó: por primera vez en mi vida comprendí la verdad vertida en las canciones de tantos poetas y proclamada en la sabiduría definitiva de tantos pensadores. La verdad de que el amor es la meta última y más alta a que puede aspirar el hombre. Fue entonces cuando aprendí el significado del mayor de los secretos que la poesía, el pensamiento y el credo que los humanos intentan comunicar: la salvación del hombre está en el amor y a través del amor. Comprendí cómo el hombre, desposeído de todo en este mundo, todavía puede conocer la felicidad —aunque sea sólo momentáneamente— si contempla al ser querido. Cuando el hombre se encuentra en una situación de total desolación, sin poder expresarse por medio de una acción positiva, cuando su único objetivo es limitarse a soportar los sufrimientos correctamente —con dignidad— ese hombre puede, en fin, realizarse en la amorosa contemplación de la imagen del ser querido. Por primera vez en mi vida podía comprender el significado de las palabras: “Los ángeles se pierden en la contemplación perpetua de la gloria infinita.”
Delante de mí tropezó y se desplomó un hombre, cayendo sobre él los que le seguían. El guarda se precipitó hacia ellos y a todos alcanzó con su látigo. Este hecho distrajo mi mente de sus pensamientos unos pocos minutos, pero pronto mi alma encontró de nuevo el camino para regresar a su otro mundo y, olvidándome de la existencia del prisionero, continué la conversación con mi amada: yo le hacía preguntas y ella contestaba; a su vez ella me interrogaba y yo respondía.
“¡Alto!” Habíamos llegado a nuestro lugar de trabajo. Todos nos abalanzamos dentro de la oscura caseta con la esperanza de obtener una herramienta medio decente. Cada prisionero tomaba una pala o un zapapico.
“¿Es que no podéis daros prisa, cerdos?” Al cabo de unos minutos reanudamos el trabajo en la zanja, donde lo dejamos el día anterior. La tierra helada se resquebrajaba bajo la punta del pico, despidiendo chispas. Los hombres permanecían silenciosos, con el cerebro entumecido. Mi mente se aferraba aún a la imagen de mi mujer. Un pensamiento me asaltó: ni siquiera sabía si ella vivía aún. Sólo sabía una cosa, algo que para entonces ya había aprendido bien: que el amor trasciende la persona física del ser amado y encuentra su significado más profundo en su propio espíritu, en su yo íntimo. Que esté o no presente, y aun siquiera que continúe viviendo deja de algún modo de ser importante. No sabía si mi mujer estaba viva, ni tenía medio de averiguarlo (durante todo el tiempo de reclusión no hubo contacto postal alguno con el exterior), pero para entonces ya había dejado de importarme, no necesitaba saberlo, nada podía alterar la fuerza de mi amor, de mis pensamientos o de la imagen de mi amada. Si entonces hubiera sabido que mi mujer estaba muerta, creo que hubiera seguido entregándome —insensible a tal hecho— a la contemplación de su imagen y que mi conversación mental con ella hubiera sido igualmente real y gratificante: “Ponme como sello sobre tu corazón… pues fuerte es el amor como la muerte”. (Cantar de los Cantares, 8,6.)
Fragmento del libro "El hombre en busca del sentido" de Viktor Frankl
miércoles, 16 de septiembre de 2009
¿Por qué? 2ª fase
Te preguntabas entre sollozos que es lo que habíamos hecho mal, porque habíamos acabado así. Mis lagrimales ardían, no podía contener mucho más aquél torrente y me puse a llorar desconsoladamente, utilizando tu pecho como guarida, no quería que nadie me vieses así, nuestros amigos no merecían presenciar aquello, era su gran día, no teníamos derecho a estropeárselo. El autobús se paro en la gasolinera del pueblo, aún quedaba cierta distancia hasta la casa donde íbamos a continuar la celebración, te propuse ir dando un paseo y te negaste, a cambio me dijiste: “duerme conmigo esta noche, solo dormir, abrazados, como antes”. Nunca olvidaré esas palabras, se quedarán grabadas a fuego en mi corazón.
El resto de la noche dejo de existir para mi, acabó en aquél instante, viniste a la cama, te tumbaste a mi lado, me besaste de nuevo, me abrazaste y te quedaste dormida. Yo no pude dormir en toda la noche, solamente te miraba dormir, escuchando tu respiración, rogando que esa noche no acabara nunca, pidiendo que aquello fuera real y no solo producto de un impulso mezclado con demasiado alcohol.
Una parte de mi se quedo en aquella cama, descansando eternamente a tu lado, dejando a un lado tanto sufrimiento, viviendo la vida que me han arrebatado.
martes, 15 de septiembre de 2009
Amor (Pablo Neruda)
Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte
la leche de los senos como de un manantial,
por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte
en la risa de oro y la voz de cristal.
Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos
y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,
porque tu ser pasara sin pena al lado mío
y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-.
Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría
amarte, amarte como nadie supo jamás!
Morir y todavía
amarte más.
Y todavía
amarte más
y más.
Pablo Neruda
lunes, 14 de septiembre de 2009
¿Por qué? 1ª fase
Era lunes, el último día de agosto. Septiembre amenazaba con entrar y acabar con el verano, este verano tan extraño, tan diferente, tan vacío. Me encontraba en mi trabajo, intentado soportar el sopor del inicio de la semana cuando ella me llamó al móvil. Como es costumbre colgué la llamada y telefoneé yo, que pague la empresa. Me sorprendió diciéndome que quería comer conmigo para hablar de diversos asuntos, entre ellos, nuestra pequeña. Con esos argumentos, yo no me podía negar, propuse que viniera a buscarme al trabajo y fuéramos a comer a alguna de las terrazas de verano que abundan por aquí. Ella se negó, quería que yo fuera a casa. Mi sorpresa fue en aumento, ya habíamos quedado en anteriores ocasiones que ciertos temas los intentaríamos tratar en terreno neutral, ella sabe perfectamente que esa casa puede conmigo, demasiados recuerdos en cada uno de sus rincones, un olor demasiado familiar para mi corazón, un lugar que hace que mis heridas sangren de nuevo.
Al salir del trabajo me encamine hacia tu casa, estaba hecho un flan, no pude quitarme de la cabeza en toda la mañana que era lo que me querrías decir sobre la pequeña, si atacabas por ese lado me hundiría, mi pequeña había sido el único motivo para mantenerme a flote durante estos últimos meses. Al llegar a la puerta de tu casa decidí que tenía que mantenerme firme, parecer duro, no dejar mis debilidades accesibles. Entre con valor, dispuesto a dar lo mejor de mi mismo en ese momento, dejar que la soberbia y el orgullo dominaran el timón de mis palabras.
El tema de nuestra pequeña acabo pronto, no estamos de acuerdo y nunca lo estaremos, yo no estoy dispuesto a que me arrebaten lo único que me queda, no sin presentar batalla, una batalla pacífica, por supuesto, mi principal prioridad es ella y nunca haría algo que la pudiese dañar. Me preguntaste por mi vida y te lo conté todo, mi gran error, otro más que añadir a una larga lista, mi presente y mis planes de futuro, te conté lo de esa chica que empezaba a merodear mi corazón y pude ver en tus ojos una mirada celosa. Entonces rompiste a llorar, haciendo preguntas sobre nuestra vida, sobre los motivos por los cuales nuestra relación se había roto. Son preguntas que yo no puedo responder, están en tu cabeza, tú fuiste la precursora de esta situación, solo tú puedes comprender los motivos que te llevaron a provocar esta situación.
Poco a poco iba notando como abrías una vía de arrepentimiento, tus palabras parecían querer decir algo que tú nunca admitirías abiertamente, el orgullo siempre te pudo. Yo intenté ayudarte, intente sacar esas palabras que tanto tiempo había esperado oír, una puerta abierta a la felicidad, a poder recuperar la vida que tanto anhelo. Todo esfuerzo fue en vano, al final tus palabras se ahogaron en un mar de lágrimas.
Seis horas de tertulia contigo y lograste sembrar la duda en mi vida, lograste que me replanteara durante unos días lo que hacer y lo que no hacer. El miedo se instaló en mi alma e inconscientemente comencé a poner distancia con lo que tanto me había costado construir hasta ese momento.
Era el comienzo del fin de mi intento de olvidarte, es imposible, no logro escapar de ti.
domingo, 13 de septiembre de 2009
Artax
¿Que hacer cuando sientes que el gran amor de tu vida se escapa? Esa es la pregunta que intento responder desde hace muchos meses, he intentado aprender a vivir sin ti, he intentado rehacer mi vida con otras mujeres. Todo esfuerzo ha sido en vano, mi corazón te continua perteneciendo, he probado a expulsarte de él a través del odio, a través de la distancia, a través de la lógica... no es posible.
Hoy me encuentro aquí, perdido, maltratado por un dolor que considero injusto y desproporcionado, pudriéndome por dentro y condenado a ser testigo de como avanzas tu camino sin mi, condenado a vivir sin ti.