miércoles, 30 de septiembre de 2009

El viaje íntimo de la locura

Ayer visite el centro. Tenía un par de recados que hacer en Sol. El más importante era hacerme con la primera novela de Roberto Iniesta, "El viaje íntimo de la locura". No espero que sea una gran obra literaria, tiene más valor sentimental que otra cosa. No me considero un groupie de nadie, pero he de reconocer que la música de Robe me ha acompañado y acompaña por el devenir de la vida y no quería perder la oportunidad de comprobar que es capaz de plasmar en un libro. De momento no tiene mal aspecto, tengo la sensación de que voy a devorarlo en poco días, me esta empezando a picar la curiosidad de lo que sucederá en la aburrida vida de Don Severino.

Cuando volvía a casa, mientras comenzaba a ojear la novela, me inundó un gran sentimiento de melancolía, comencé a observar lugares y muchos recuerdos se escaparon de ese baúl donde estaban guardados. Caminaba por el Paseo de la Castellana cuando llegue a la pequeña plaza que hay bajo el puente Juan Bravo, plaza que creo bautizaron como "Museo al aire libre". En aquél lugar, hace muchos años, mi vida dio un giro de ciento ochenta grados, me anunciaron la llegada de un ángel que revolucionaría mi existencia, allí iniciaría un camino que, sorprendentemente, hoy me ha conducido a este oscuro lugar, a esta lúgubre existencia donde solo ella es capaz de poner algo de luz.

No he podido evitar que al tener esos recuerdos un extraño abatimiento se instale en mi vida, una gran sensación de derrota... parece que yo también he emprendido mi particular viaje íntimo hacia la locura.

"En el jardín hay un cerezo dormido, pero parece muerto. Este otoño comenzó a sentirse apático, y la dejadez se apoderó de su espíritu. La vida, cansada de verle abúlico y desastrado, decidió que lo mejor sería que se tomaran un tiempo para reflexionar sobre su relación, y se marchó de vacaciones, dejándole en un estado de abatimiento que hizo que se fuera consumiendo poco a poco hasta que acabó por convertirse en lo que es ahora: el aletargado esqueleto de un cerezo; una osamenta de madera clavada al suelo, que sólo espera que regrese la vida"

Fragmento del libro "El viaje íntimo de la locura" de Roberto Iniesta.

Quiero contarte cosas que me pasan... (José Antonio Muñoz Rojas)

2009, un año de perdidas. Ayer se nos marchó otro poeta, a punto de llegar al centenar de años, José Antonio Muñoz Rojas se apagó para siempre. Sirva esta entrada en mi blog de pequeño y humilde homenaje.

Quiero contarte cosas que me pasan.
Cuando digo me pasan tiemblo, Rosa,
porque «me pasan» dice muchas cosas.
Esto de las palabras, Rosa, siempre
induce a confusión. Hablo, tropiezo,
caigo, me repongo, vuelvo a caer.
Hablar, Rosa, es darse trompicones
de palabra en palabra. La lengua dice
cosas que no quisiera, a tientas anda.
¿No ves, Rosa, que hablando, como hablo,
caigo en lo mismo y a lo mismo vuelvo?
Cosas que pasan. Te diré que anoche
ardieron los rastrojos, una hermosura
de fuego que en festones se corría
de gozo, dando saltos, crepitando,
la llama daba brincos, le ponía
un rostro diferente a los contornos,
sorprendida la noche en sus silencios
por la herida que abría en sus costados
la navaja de las llamas alegres.
Era una fiesta de purificación.

José Antonio Muñoz Rojas

martes, 29 de septiembre de 2009

Poniéndome malo

Un poco de humor nunca sobra y más cuando se trata de ridiculizar una de las canciones más ñoñas e insoportables que nos ha brindado el año 2009. En mi opinión es bastante mejor esta versión que la original... que cada uno juzgue.

Stardust

Año: 2007

Duración: 130 minutos.

Director: Matthew Vaughn

Reparto: Claire Danes, Charlie Cox, Michelle Pfeiffer, Robert De Niro, Sienna Miller, Mark Strong, Ricky Gervais, Jason Flemyng, Peter O'Toole, Rupert Everett, Kate Magowan, Dexter Fletche


¿Recuerdas que te dije que sé poco del amor? Pues no es verdad. Sé, sé mucho del amor... y lo he visto, he visto siglos y siglos de amor. Era lo único que hacía soportable contemplar vuestro mundo: observar tantas guerras, mentiras, dolor y odio. Me daban ganas de no volver a mirar hacia abajo. ¡Pero entonces veías cómo quiere el ser humano! ¡Podía buscar en los confines más remotos del universo y jamás encontrar algo más hermoso! Por eso, sí, sé... sé que el amor es incondicional, pero también sé que puede ser imprevisible, inesperado, incontrolable, insoportable y, aunque resulte extraño, es fácil de confundir con el odio. Y... lo que intento decirte, Tristan, es que... ¡creo que te amo! ¡Noto mi corazón como si, si mi pecho apenas pudiera contenerlo! No sé, es... como si no me perteneciera a mí porque te pertenece a ti. Y, si lo quisieras, no desearía nada a cambio de él; ni regalos, ni bienes, ni demostraciones de devoción. Nada salvo saber que tú también me amas. Sólo tu corazón... a cambio del mío.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Siempre en el momento incorrecto

Mi relación contigo se puede calificar de tortuosa, eres la parte misteriosa de mi particular trinidad. Por momentos te amaría con locura, en otros te odiaría con todas mis fuerzas. Tus actos me han demostrado en más de una ocasiones que no eres de fiar o, al menos, eso es lo que trasmites, no solo a mi, sino a toda personas que entran en contacto contigo. Dices que vienes pero no terminas de hacerlo, te excusas en mi para poder argumentar tu falta de sinceridad, dices que yo no se lo que quiero y haces de ello tu escudo para justificarte.

El viernes me encaminaba a la estación de tren, medio feliz podría asegurar, cuando el móvil comenzó a sonar. No pude dar crédito cuando vi que eras tú... semanas sin saber nada de ti y volvías a aparecer en el momento más inoportuno, el momento en el que mis pies volvían a intentar poner tierra de por medio entre nosotros, momento en el que de nuevo intentaba olvidar tu aparición en mi vida. Siempre actúas de la mismas forma, es como si de alguna manera supieras que dejas de tenerme bajo tu control e intentas retomarlo.

Parece un juego macabro... me haces esperarte y no apareces, me haces renunciar a ti y apareces. ¿Por qué? ¿Por qué todo contigo parece tan complicado? ¿Como es posible que tengas esa capacidad para enredarlo todo? Me pregunto si realmente todo lo que has hecho y dicho en este tiempo es cierto o estas jugando de alguna manera conmigo, intentando conseguir algo que no alcanzo a comprender. Me estaría bien merecido, al fin y al cabo, es lo mismo que yo hago con otra persona, jugar a intentar ser algo que no soy o intentar sentir cosas que no siento.

Maldita trinidad en la que me he metido yo solito, no se muy bien como escapar de todo esto, al final todo acabará explotándome en la cara, me siento un completo inútil para manejar esta situación. Por una parte esta ella, el amor de mi vida, la persona con la que empece a construir mi vida y que me traiciono, pero a la que soy incapaz de olvidar; por otra estas tú, la chica misteriosa, la que me atrae de una manera que no soy capaz de explicar, pero que parece no hablar ni actuar claro nunca; y por último esa persona que apareció un buen día en mi vida y que demuestra ser sincera, que me ayuda a superar mis problemas, que siempre esta disponible para cuando necesito hablar y, sin embargo, no he encontrado aún el camino para poder querer.

Curiosa situación.

¿Por qué? Fase final

Era un lunes de septiembre cuando me llamaste al móvil, me citaste por la tarde, al salir del trabajo. Decías que teníamos que hablar de lo que sucedió aquél domingo, que habías estado pensando y que tenias una decisión que comunicarme. Por el tono de voz pude comprender que desde luego tu decisión estaba muy lejos de concedernos otra oportunidad. No obstante, no me derrumbe, tenía la esperanza de que tu decisión no fuera en firme y poder convencerte de lo contrario explicándote mis sentimientos, mis vivencias, prometiendo perdonarte de verdad, sin rencor.

Salí del metro y tuve que esperarte, la puntualidad nunca estuvo entre tus virtudes, te gusta hacerte esperar. Te vi llegar, caminando por la calle, apurando tu cigarro, tan guapa como siempre... te acercaste, me diste un beso y me invitaste a caminar contigo. Fuimos al parque, curiosamente el mismo parque donde todo empezó hace muchos años, aquella fría madrugada de febrero, parecíamos dos tontos muriéndonos de frío, pero ninguno de los dos quería irse a su casa.

Sacaste el paquete de tabaco de tu bolso, me ofreciste un cigarrillo y fuiste directa al grano. Me preguntaste que pensaba yo de lo que sucedió aquél domingo. Tonto de mi volví a dejar mi corazón al descubierto esperando que lo hicieras trizas con tus palabras. Te dije que aún te amaba, que nunca dejaría de hacerlo, que eras la mujer de mi vida, que sin ti mi vida dejaba de tener sentido, que no encontraba el camino lejos de tu lado, que estaba dispuesto a olvidar y perdonar tus errores del pasado y que estaba dispuesto a volver a casa, a volver a intentarlo de nuevo.

Fue entonces cuando sacaste el cuchillo y te preparaste para despedazarme. Tenias el discurso bien ensayado, me dijiste que lo que ocurrió fue todo fruto de la confusión del momento, del exceso de alcohol, de las emociones de toda la noche... pero que no querías concedernos esa segunda oportunidad, que cada uno tenía que intentar continuar con su vida, que bastante habíamos sufrido ya y que no estabas dispuesta a continuar haciéndolo.

Todo lo demás fue un discurso muy bonito sobre las causas que nos habían llevado hasta ese momento y lo buenos amigos que podíamos llegar a ser. Me pediste mil veces perdón por haberme besado, por haber dado pie a que mis ilusiones renacieran, perdones que ya no me consolaron, el daño estaba hecho... otra vez más.

Mientras los días pasan mis situaciones se complican, no se muy bien a donde camino, me veo inmerso en mi particular trinidad, tres caminos, tres apuestas, pero sin la valentía necesaria para elegir alguno de ellos. En los últimos días veo como vuelves a dar señales de desanimo, solo espero que tus palabras y decisiones sean firmes, no me gustaría comprobar como dentro de un tiempo indeterminado vuelves a dinamitar mi existencia.

jueves, 24 de septiembre de 2009

La felicidad (Manuel Acuña)

Un cielo azul de estrellas
brillando en la inmensidad;
un pájaro enamorado
cantando en el florestal;
por ambiente los aromas
del jardín y el azahar;
junto a nosotros el agua
brotando del manantial
nuestros corazones cerca,
nuestros labios mucho más,
tú levantándote al cielo
y yo siguiéndote allá,
ese es el amor mi vida,
¡Esa es la felicidad!

Cruza con las mismas alas
los mundos de lo ideal;
apurar todos los goces,
y todo el bien apurar;
de lo sueños y la dicha
volver a la realidad,
despertando entre las flores
de un césped primaveral;
los dos mirándonos mucho,
los dos besándonos más,
ese es el amor, mi vida,
¡Esa es la felicidad!

Manuel Acuña

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Contigo

Impresionante canción de este poeta de la música, poeta de la vida y maestro de la existencia. Gracias Sabina.



Yo no quiero un amor civilizado,
con recibos y escena del sofá;
yo no quiero que viajes al pasado
y vuelvas del mercado
con ganas de llorar.

Yo no quiero vecínas con pucheros;
yo no quiero sembrar ni compartir;
yo no quiero catorce de febrero
ni cumpleaños feliz.

Yo no quiero cargar con tus maletas;
yo no quiero que elijas mi champú;
yo no quiero mudarme de planeta,
cortarme la coleta,
brindar a tu salud.

Yo no quiero domingos por la tarde;
yo no quiero columpio en el jardin;
lo que yo quiero, corazón cobarde,
es que mueras por mí.

Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren.

Yo no quiero juntar para mañana,
no me pidas llegar a fin de mes;
yo no quiero comerme una manzana
dos veces por semana
sin ganas de comer.

Yo no quiero calor de invernadero;
yo no quiero besar tu cicatriz;
yo no quiero París con aguacero
ni Venecia sin tí.

No me esperes a las doce en el juzgado;
no me digas "volvamos a empezar";
yo no quiero ni libre ni ocupado,
ni carne ni pecado,
ni orgullo ni piedad.

Yo no quiero saber por qué lo hiciste;
yo no quiero contigo ni sin ti;
lo que yo quiero, muchacha de ojos tristes,
es que mueras por mí.

Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren.

Perdido

Perdido, sin rumbo claro, intentando encontrar mi sitio en la vida, en un futuro que veo demasiado negro. No logro aclararme a mi mismo si la forma de actuar esta siendo la correcta o por el contrario estoy actuando como una persona sin escrúpulos. Por momentos siento que los pasos me llevan en la dirección correcta, en otros que no estoy siendo del todo sincero con una persona que me demuestra continuamente su amor por mi.

Este fin de semana voy a verla, por desgracia somos de diferentes ciudades, una dificultad más que añadir a mi larga lista, cuando este allí, junto a ella, estaré bien, arropado por su amor, por su arresto, por su fuerza. El problema será al regresar, de nuevo un mar de dudas inundaran mi cabeza torturándome hasta la saciedad. Lo hacen porque yo permito que así sea, lo tengo asumido, pero a estas alturas de mi existencia no voy a poder cambiar ciertas costumbres.

Ella es buena conmigo, se preocupa por mis problemas, esta muy pendiente de mi, demostrándome continuamente sus sentimientos, intentando ayudarme en mis momentos bajos... sin embargo, ¿como llenar un corazón que se encuentra roto por culpa de otra mujer? Me noto con una gran incapacidad para amar, para poder mantener una relación normal, puede que todo sea producto del miedo a volver a fracasar, una especie de parálisis provocada por el trauma, pero también es posible que la herida que me dejo esa mujer sea eterna y que nunca pueda llegar a ser capaz de sentir igual que antes. ¿Deberé conformarme con esta incapacidad para amar? ¿Será algo temporal?

Mientras intento buscar respuesta a mis preguntas siento que estoy alimentando una relación en la que, a día de hoy, no creo con demasiada fe. Si continuo es por ella, por no herirla, y por las personas que me rodean, me animan a continuar, a dejar que sea el tiempo el que coloque cada pieza en su sitio. Espero que paso a paso pueda ir reconstruyendo esta existencia que hace ya seis meses se rompió en mil pedazos.

martes, 22 de septiembre de 2009

El anhelo

Deseo despertarme mañana y oír una tenue respiración a mi lado. Darme la vuelta en la cama y descubrir su dulce semblante. Pasar el dorso de mis dedos por su mejilla y, entre lágrimas, acabar de convencerme de que no es un mero sueño. Saber que, aunque ése fuera mi último día en el mundo de los vivos, no podría desear estar en otro sitio.

lunes, 21 de septiembre de 2009

¿Por qué? 3ª fase

Amaneció. Los primeros rayos de luz entraban por la ventana. Mi cabeza daba vueltas, toda la noche allí tumbado, pensando, imaginando, soñando despierto. La vejiga apretaba, recordándome que los excesos del alcohol hay que evacuarlo. La mire, tenía su cabeza sobre mi hombro y su brazo cubría mi torso. No tuve más remedio que apartarla cuidadosamente para no despertarla. La tape con la sábana, era una mañana típica de septiembre, fresquita, pero con un sol bastante intenso. Para llegar al baño tenía que salir al exterior, la claridad me deslumbró completamente, en el patio había gente desayunando, muchos miraron extrañados, no debían entender muy bien la situación, ella y yo durmiendo juntos.

Mi cara reflejaba una pequeña sonrisa, después de muchos meses de oscuridad parecía que un pequeño halo de luz brillaba tímidamente al final del camino. Una vez concluida la evacuación de líquidos volví a entrar en la habitación, pude ver como tus pequeños ojos se habían abierto, me tumbe a tu lado y te pedí un beso, te negaste, me miraste con indiferencia, te levantaste de la cama y saliste al patio. Todo estaba dicho, sin pronunciar ninguna palabra habías dejado clara la situación. Me quede allí tumbado, me sentí estúpido, rompí a llorar, el sueño volvía a desquebrajarse, desgarrando de nuevo mi herido corazón.

El resto de la mañana fue un mero trámite, yo ya no tenía la necesidad de disimular mi estado de ánimo, me fui a dar una vuelta por el pueblo, con mi música, tratando de aclarar mi mente, tratando de expulsar nuevamente la idea de que me quieras, de poder quererte, de volver a estar juntos. Aquellas calles desiertas provocaban un incómodo silencio, solo interrumpido por los pocos coches que circulaban por la carretera paralela a aquella calle, me hubiera gustado cruzarme con otras personas, ver en sus rostros algo de la felicidad que me faltaba a mi en aquél instante.

Cuando regrese ya era hora de comer, tocaba preparar unos bocadillos, nada del otro mundo, después de comer regresaríamos a Madrid. Me evitaste en todo momento, si me acercaba a ti encontrabas cualquier excusa para dirigirte a otro sitio, tu mirada huía de mi. El viaje de regreso fue una autentica tortura, sentada a mi lado, hablando con el móvil, intentando distraer tu atención con cualquier cosa que no fuera yo. Te pedí que al llegar a tu casa pudiéramos hablar un rato, te negaste, dijiste que teníamos que reflexionar sobre lo ocurrido, el infierno volvía a comenzar.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Catorce vidas son dos gatos

Hoy es 18 de septiembre, hace 3 días que Fito Cabrales saco su nuevo trabajo y, después de destriparlo una y mil veces en mi mp3, puedo asegurar que esta es la canción que más me transmite. Simplemente sensacional, con una letra muy adecuada para este momento de mi vida.


Cuanto se gritó diciendo nada,
no pudimos ver con tanta luz.
Yo buscaba el cielo en tu mirada,
y nunca sabré lo que encontraste tu.

Que te traigan flores las mañanas,
que no pases noches sin dormir,
que el sueño se pose en tus pestañas,
que uno de esos sueños que me suena a mi.

Detrás del viento,
un huracán,
se fue formando en la cabeza,
cuanto te cansas de sufrir siempre me dejas.

Mi corazón es de cristas,
no guarda nada que no veas,
solo un pequeño resplandor
de nuestra hoguera.

Mi canción que nace del fracaso,
es solo una piel sobre la piel,
algo que se besa y sabe amargo,
es mi boca seca y nada que beber.

Pobre corazón que no sabe que decir,
si te vas por lo que soy,
o por lo que nunca fui.

Hay camino que hay que andar descalzo,
ya no te preocupes mas por mi,
siempre me entra arena en los zapatos,
esta vez me quedo aquí.

Si te cabe el cielo en un abrazo,
siempre habrá una estrella para ti,
si catorce vidas son dos gatos,
aún queda mucho por vivir.

Pobre corazón que no sabe que decir,
si te vas por lo que soy,
o por lo que nunca fui.

Hay camino que hay que andar descalzo,
ya no te preocupes mas por mi,
siempre me entra arena en los zapatos,
esta vez me quedo aquí.

Si te cabe el cielo en un abrazo,
siempre habrá una estrella para ti,
si catorce vidas son dos gatos,
aún queda mucho por vivir.

jueves, 17 de septiembre de 2009

El hombre en busca del sentido (Viktor Frankl)

Cuando todo se ha perdido.

Mientras marchábamos a trompicones durante kilómetros, resbalando en el hielo y apoyándonos continuamente el uno en el otro, no dijimos palabra, pero ambos lo sabíamos: cada uno pensaba en su mujer. De vez en cuando yo levantaba la vista al cielo y veía diluirse las estrellas al primer albor rosáceo de la mañana que comenzaba a mostrarse tras una oscura franja de nubes. Pero mi mente se aferraba a la imagen de mi mujer, a quien vislumbraba con extraña precisión. La oía contestarme, la veía sonriéndome con su mirada franca y cordial. Real o no, su mirada era más luminosa que el sol del amanecer. Un pensamiento me petrificó: por primera vez en mi vida comprendí la verdad vertida en las canciones de tantos poetas y proclamada en la sabiduría definitiva de tantos pensadores. La verdad de que el amor es la meta última y más alta a que puede aspirar el hombre. Fue entonces cuando aprendí el significado del mayor de los secretos que la poesía, el pensamiento y el credo que los humanos intentan comunicar: la salvación del hombre está en el amor y a través del amor. Comprendí cómo el hombre, desposeído de todo en este mundo, todavía puede conocer la felicidad —aunque sea sólo momentáneamente— si contempla al ser querido. Cuando el hombre se encuentra en una situación de total desolación, sin poder expresarse por medio de una acción positiva, cuando su único objetivo es limitarse a soportar los sufrimientos correctamente —con dignidad— ese hombre puede, en fin, realizarse en la amorosa contemplación de la imagen del ser querido. Por primera vez en mi vida podía comprender el significado de las palabras: “Los ángeles se pierden en la contemplación perpetua de la gloria infinita.”

Delante de mí tropezó y se desplomó un hombre, cayendo sobre él los que le seguían. El guarda se precipitó hacia ellos y a todos alcanzó con su látigo. Este hecho distrajo mi mente de sus pensamientos unos pocos minutos, pero pronto mi alma encontró de nuevo el camino para regresar a su otro mundo y, olvidándome de la existencia del prisionero, continué la conversación con mi amada: yo le hacía preguntas y ella contestaba; a su vez ella me interrogaba y yo respondía.

“¡Alto!” Habíamos llegado a nuestro lugar de trabajo. Todos nos abalanzamos dentro de la oscura caseta con la esperanza de obtener una herramienta medio decente. Cada prisionero tomaba una pala o un zapapico.
“¿Es que no podéis daros prisa, cerdos?” Al cabo de unos minutos reanudamos el trabajo en la zanja, donde lo dejamos el día anterior. La tierra helada se resquebrajaba bajo la punta del pico, despidiendo chispas. Los hombres permanecían silenciosos, con el cerebro entumecido. Mi mente se aferraba aún a la imagen de mi mujer. Un pensamiento me asaltó: ni siquiera sabía si ella vivía aún. Sólo sabía una cosa, algo que para entonces ya había aprendido bien: que el amor trasciende la persona física del ser amado y encuentra su significado más profundo en su propio espíritu, en su yo íntimo. Que esté o no presente, y aun siquiera que continúe viviendo deja de algún modo de ser importante. No sabía si mi mujer estaba viva, ni tenía medio de averiguarlo (durante todo el tiempo de reclusión no hubo contacto postal alguno con el exterior), pero para entonces ya había dejado de importarme, no necesitaba saberlo, nada podía alterar la fuerza de mi amor, de mis pensamientos o de la imagen de mi amada. Si entonces hubiera sabido que mi mujer estaba muerta, creo que hubiera seguido entregándome —insensible a tal hecho— a la contemplación de su imagen y que mi conversación mental con ella hubiera sido igualmente real y gratificante: “Ponme como sello sobre tu corazón… pues fuerte es el amor como la muerte”. (Cantar de los Cantares, 8,6.)

Fragmento del libro "El hombre en busca del sentido" de Viktor Frankl

miércoles, 16 de septiembre de 2009

¿Por qué? 2ª fase

Eran algo más de las cuatro de la mañana de esa noche de septiembre, sábado, corría una brisa bastante agradable. Nos subimos a aquél autocar que nos llevaría de vuelta al pueblo, el trayecto era muy corto, la fiesta continuaría en el pueblo, quedaba mucha noche por delante. Nos sentamos juntos, tal y como hicimos a la ida, de hecho habíamos permanecido juntos toda la noche, fue como si los dos esperásemos que sucediera algo… y sucedió. A mitad del trayecto me cogiste la cara y la acercaste a tus labios, me besaste como nunca mientras notaba que las lágrimas empezaban a brotar de tus ojos y caían suavemente por las mejillas.

Te preguntabas entre sollozos que es lo que habíamos hecho mal, porque habíamos acabado así. Mis lagrimales ardían, no podía contener mucho más aquél torrente y me puse a llorar desconsoladamente, utilizando tu pecho como guarida, no quería que nadie me vieses así, nuestros amigos no merecían presenciar aquello, era su gran día, no teníamos derecho a estropeárselo. El autobús se paro en la gasolinera del pueblo, aún quedaba cierta distancia hasta la casa donde íbamos a continuar la celebración, te propuse ir dando un paseo y te negaste, a cambio me dijiste: “duerme conmigo esta noche, solo dormir, abrazados, como antes”. Nunca olvidaré esas palabras, se quedarán grabadas a fuego en mi corazón.

El resto de la noche dejo de existir para mi, acabó en aquél instante, viniste a la cama, te tumbaste a mi lado, me besaste de nuevo, me abrazaste y te quedaste dormida. Yo no pude dormir en toda la noche, solamente te miraba dormir, escuchando tu respiración, rogando que esa noche no acabara nunca, pidiendo que aquello fuera real y no solo producto de un impulso mezclado con demasiado alcohol.

Una parte de mi se quedo en aquella cama, descansando eternamente a tu lado, dejando a un lado tanto sufrimiento, viviendo la vida que me han arrebatado.

martes, 15 de septiembre de 2009

Amor (Pablo Neruda)

Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte
la leche de los senos como de un manantial,
por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte
en la risa de oro y la voz de cristal.
Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos
y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,
porque tu ser pasara sin pena al lado mío
y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-.

Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría
amarte, amarte como nadie supo jamás!
Morir y todavía
amarte más.
Y todavía
amarte más
y más.

Pablo Neruda

lunes, 14 de septiembre de 2009

¿Por qué? 1ª fase

Creo que para poder explicar mi estado actual tengo que dividir las últimas semanas en fases.

Era lunes, el último día de agosto. Septiembre amenazaba con entrar y acabar con el verano, este verano tan extraño, tan diferente, tan vacío. Me encontraba en mi trabajo, intentado soportar el sopor del inicio de la semana cuando ella me llamó al móvil. Como es costumbre colgué la llamada y telefoneé yo, que pague la empresa. Me sorprendió diciéndome que quería comer conmigo para hablar de diversos asuntos, entre ellos, nuestra pequeña. Con esos argumentos, yo no me podía negar, propuse que viniera a buscarme al trabajo y fuéramos a comer a alguna de las terrazas de verano que abundan por aquí. Ella se negó, quería que yo fuera a casa. Mi sorpresa fue en aumento, ya habíamos quedado en anteriores ocasiones que ciertos temas los intentaríamos tratar en terreno neutral, ella sabe perfectamente que esa casa puede conmigo, demasiados recuerdos en cada uno de sus rincones, un olor demasiado familiar para mi corazón, un lugar que hace que mis heridas sangren de nuevo.

Al salir del trabajo me encamine hacia tu casa, estaba hecho un flan, no pude quitarme de la cabeza en toda la mañana que era lo que me querrías decir sobre la pequeña, si atacabas por ese lado me hundiría, mi pequeña había sido el único motivo para mantenerme a flote durante estos últimos meses. Al llegar a la puerta de tu casa decidí que tenía que mantenerme firme, parecer duro, no dejar mis debilidades accesibles. Entre con valor, dispuesto a dar lo mejor de mi mismo en ese momento, dejar que la soberbia y el orgullo dominaran el timón de mis palabras.

El tema de nuestra pequeña acabo pronto, no estamos de acuerdo y nunca lo estaremos, yo no estoy dispuesto a que me arrebaten lo único que me queda, no sin presentar batalla, una batalla pacífica, por supuesto, mi principal prioridad es ella y nunca haría algo que la pudiese dañar. Me preguntaste por mi vida y te lo conté todo, mi gran error, otro más que añadir a una larga lista, mi presente y mis planes de futuro, te conté lo de esa chica que empezaba a merodear mi corazón y pude ver en tus ojos una mirada celosa. Entonces rompiste a llorar, haciendo preguntas sobre nuestra vida, sobre los motivos por los cuales nuestra relación se había roto. Son preguntas que yo no puedo responder, están en tu cabeza, tú fuiste la precursora de esta situación, solo tú puedes comprender los motivos que te llevaron a provocar esta situación.

Poco a poco iba notando como abrías una vía de arrepentimiento, tus palabras parecían querer decir algo que tú nunca admitirías abiertamente, el orgullo siempre te pudo. Yo intenté ayudarte, intente sacar esas palabras que tanto tiempo había esperado oír, una puerta abierta a la felicidad, a poder recuperar la vida que tanto anhelo. Todo esfuerzo fue en vano, al final tus palabras se ahogaron en un mar de lágrimas.

Seis horas de tertulia contigo y lograste sembrar la duda en mi vida, lograste que me replanteara durante unos días lo que hacer y lo que no hacer. El miedo se instaló en mi alma e inconscientemente comencé a poner distancia con lo que tanto me había costado construir hasta ese momento.

Era el comienzo del fin de mi intento de olvidarte, es imposible, no logro escapar de ti.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Artax

He intentado atravesar el pantano de la tristeza con la esperanza de encontrar la curación de tu amor al otro lado, pero he quedado atrapado, noto como me hundo en el lodazal, solamente una pequeña respiración me permite continuar luchando, aunque lo hago débilmente, sin demasiada convicción de querer salir de aquí.

¿Que hacer cuando sientes que el gran amor de tu vida se escapa? Esa es la pregunta que intento responder desde hace muchos meses, he intentado aprender a vivir sin ti, he intentado rehacer mi vida con otras mujeres. Todo esfuerzo ha sido en vano, mi corazón te continua perteneciendo, he probado a expulsarte de él a través del odio, a través de la distancia, a través de la lógica... no es posible.

Hoy me encuentro aquí, perdido, maltratado por un dolor que considero injusto y desproporcionado, pudriéndome por dentro y condenado a ser testigo de como avanzas tu camino sin mi, condenado a vivir sin ti.